
21 Ene El edredón nórdico: sencillez y funcionalidad
En las épocas más frías del año, acurrucarse en la cama de nuestra vivienda de obra nueva abrigados con un cálido edredón nórdico es un placer que no puede describirse con palabras. Las noches de peli y manta inundan nuestros hogares y encontrar la calidez y el confort es una sensación muy gratificante.
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Atrás quedan los tiempos en los que la humanidad se cubría con pelajes de animales y, más adelante, con lujosas sedas. Si hablamos de nuestros antepasados más cercanos, seguro que recordamos las pesadas mantas y colchas que nuestros abuelos utilizaban. Por suerte, con la llegada del edredón nórdico a nuestras casas, disponemos de una opción ligera a la vez que muy cálida y cómoda. Además, los nórdicos nos permiten utilizar distintas fundas, por lo que lavarlos resulta más sencillo y nos aportan un toque de diseño a la decoración de nuestro dormitorio.
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¿Dónde se inventó el edredón nórdico? Te lo contamos brevemente. Tal como indica su nombre, este artículo fue creado en los países nórdicos, concretamente en la actual Dinamarca, y deriva de la tradición escandinava. En el norte de Europa, las temperaturas eran muy frías, por lo que se hizo necesario encontrar una prenda que los mantuviera calientes y cómodos durante la noche.
Los escandinavos se dieron cuenta de que las aves acuáticas utilizaban sus plumas para protegerse del frío y aislarse del agua. Por ello, decidieron elegirlas para fabricar su ropa de cama.
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En sus inicios, el edredón nórdico era una especie de saco de algodón o lino, relleno de plumón o de plumas de pato. Los nórdicos no tardaron en comprobar que este relleno proporcionaba una calidez y aislamiento muy superior a las pieles. Para que las plumas no se escaparan de los sacos, se frotaban con jabón o cera y se dejaban secar de manera que quedaban totalmente impenetrables.
En el resto de Europa, se utilizaban otros materiales para vestir la cama. En Gran Bretaña, se usaban colchas fabricadas con la técnica del patchwork. Consistía en reutilizar viejos tejidos que, unidos, formaban una tela que posteriormente se rellenaba para que fuera acolchada. Posteriormente, con la llegada de la Revolución Industrial del siglo XIX, se empezaron a fabricar mantas en masa y, en otras zonas de Europa, también fue muy popular el uso de la lana.
No fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando el edredón nórdico llegó a toda Europa. Los nórdicos, además de ser cálidos y cómodos, permiten facilitar las tareas de limpieza. De hecho, después de la II Guerra Mundial, muchos hogares británicos dejaron de tener servicio doméstico. Por ese motivo, optaron por el uso del edredón nórdico para evitar la tediosa tarea de lavar tantas piezas de ropa de cama.
Aunque parezca un invento moderno, lo cierto es que los edredones nórdicos cuentan con más de 2.000 años de historia. Aún así, son la prenda perfecta para nuestro estilo de vida: ligeros, con variedad de opciones para invierno y verano, fáciles de lavar gracias a sus fundas intercambiables y personalizables con el diseño que más nos guste, ¡para que se adapten a cualquier estilo decorativo!
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